jueves, 23 de diciembre de 2010

Nestlé: chocolate con leche.

Por fin he vendido en eBay mi cafetera Krups. Sí, una de esas que anuncia el George Clooney. No me han dado ni la mitad de lo que me costó, ni con el descuento de 50€ del que mejor ni hablamos. Una pena, porque el café no estaba mal. Un poco caro, pero aceptable y más limpia que la cafetera exprés tradicional. Y sin la necesidad de ser tan hábil para hacer un buen café (que yo lo soy). Pero esta venta tiene poco que ver con el café y mucho con la marca: Nestlé. Porque hasta hace unas semanas era un gran consumidor de los productos de esta marca, pero desde hoy se acabo. Me paso a Danone, Dhul, ATO y otras muchas marcas, en principio más éticas, y que hacen productos iguales o similares.

La causa de este radical cambio de hábitos está fundamentada en una carta (e-mail), que envié a varios niveles dentro de la empresa, solicitando la reconsideración del cierre de su factoría en Viladecans. Un cierre que pretendían justificar dentro de su fusión (absorción) de Lactaris. A los casi doscientos empleados de la planta se les ha “ofrecido” el traslado a la recién ampliada factoría de Guadalajara (ampliada para absorber la producción de la primera). Nestlé pretende justificarse, a nivel de empleo, aumentando en una decena el número neto de empleados. Pero esto es un engaño pues desde Guadalajara se supone que también van a servir, a partir de ahora, a Portugal. La realidad es que se reducen los empleados y, lo que es peor, se crea la justificación para cerrar la moderna factoría de Guadalajara en cuanto se considere el error logístico de su ubicación y se decida trasladarla directamente a Portugal.

Nestlé se deshace así de un grupo de trabajadores arraigados y en plena crisis cuando sus beneficios siguen siendo escandalosos. Así Nestlé se une al ya demasiado extenso grupo de multinacionales que no responden a sus responsabilidades sociales. En este caso les importa una mierda sus trabajadores.

Lo que más me ha alarmado y repugnado ha sido la actitud de algunos individuos que han preferido culpar a los catalanes o al tripartito. Un gran ejemplo de solidaridad, sin duda (esto es ironía, para los que no sepan captarlo). Supongo que debe ser una forma de huir de un cierto sentimiento de culpabilidad, dado que uno de estos repugnantes individuos resultó ser un conocido sindicalista alcarreño del que mejor ni hablamos.

Pues bien, la citada carta tenía una fecha límite para su consideración a 31 de diciembre, sin embargo, dado que no he recibido ninguna respuesta a ella por parte de la empresa, he pasado a la fase uno de repulsión hacia Nestlé, uniéndose a otras eminentes empresas como Gillette (Sevilla 1994) y Samsung (Palau-Solità i Plegamans 2004). Empresas con grandes beneficios y sin ninguna responsabilidad social. Ni que decir tiene que no consumo productos ni Gillette, ni Samsung, desde los cierres de sus factorías. Pero Nestlé ha ido un paso más allá al hacerlo en un momento tan crítico para el futuro laboral de sus empleados. Creo que con Nestlé podría pasar al nivel dos muy pronto y, quien sabe, a lo mejor logramos que su malintencionada hazaña no produzca ningún beneficio económico… incluso, tal vez, pueda llegar a perder dinero… ¿Sueño?

sábado, 6 de noviembre de 2010

El negocio de Matías

Siempre que hay crisis aparecen brillantes oportunidades financieras para aquellos que saben sacar partido de la desgracia ajena. Y en eso mi amigo Matías es un maestro. También en esta crisis se ha aventurado en una de sus locas empresas que le harán rico. Esta vez la idea es sencilla. Se ha buscado un amiguete en los juzgados que le informa de los pisos que van a ser embargados por cantidades, a priori, poco voluminosas. Matías contacta con los propietarios antes de que se lleve a cabo el desenlace legal y adquiere la propiedad por el simple pago del rescate. Además acuerda con el inquilino (generalmente el mismo propietario moroso) un contrato de alquiler por cinco años a un precio algo inferior al del mercado (de otro modo, tal vez, no lo podría pagar).
¿Parece un negocio ruinoso? Pues no lo es. Matías ha creado una financiera donde sus inversores aportan el dinero para comprar los pisos y él les paga los alquileres como intereses de su inversión. Según su opinión, en cinco años acabará esta depresión y los precios de los inmuebles remontarán. Con la venta podrá devolver los capitales iniciales y con las plusvalías él se hará rico.
Por desgracia dos de sus inversores se han quedado en paro, por lo que han retirado sus inversiones, así que él ha tenido que pedir un préstamo al banco para cubrir la falta de líquido. Y ahora, al no encontrar nuevos inversores que cubran la baja, para pagar los intereses, ha tenido que hipotecar su propia casa... Tal vez sea una buena oportunidad para comprársela.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Amada Amelia

Karina plañía su silencio concentrándose en el eco de los gemidos que, de tanto en tanto, no lograba amortiguar. Se sentía sola y, curiosamente, ese hubiese sido su deseo una hora antes: estar sola.
¿Una hora? ¿Verdaderamente había pasado una hora?
Lo cierto era que desde que salió del paritorio, con su enorme reloj de agujas al fondo, ya no había podido tener ninguna referencia temporal válida. Podía haber contado sus gemidos, pero eran demasiado amargos. Podía haber contado sus pulsaciones, pero eran demasiado irregulares. Podía...
No podía volver aún a su casa. Pero, ¿para qué querría volver? Su padre seguiría mirándola con desprecio y su madre seguiría tan muerta como siempre detrás de su máscara de Alzheimer ¡Si al menos la hubiesen dejado morir con dignidad, como ella pidió, antes de desaparecer detrás de su nube de olvido e inexistencia!
No aguantaba más aquella angustia. Intentó, con cierta torpeza, levantarse del camastro. Los puntos le tiraban y dolía horrores, pero no podía estarse quieta. Se acercó a la ventana sólo para comprobar que unos sólidos barrotes le impedirían ir más allá de la idea de volar como las aves. Al otro lado un paisaje vacuo, muy diferente de su alma que estaba llena de remordimientos.
Intentaba subirse a la excesivamente elevada cama, cuando entró una de las monjitas con una taza de algo parecido a caldo.
– ¡Muchacha, se te abrirán los puntos! –Dijo sor Emilia cariñosamente mientras se apresuraba a ayudarle– ¡Ve con cuidado!
Sor cejijunta, como le llamaban en el internado, era la única alma caritativa entre las vigilantes. Su voz no era agradable, tampoco su aspecto, pero sus palabras siempre eran de consuelo. Tal vez, sin ella, muchas de chicas hubieran desaparecido antes de dar a luz. Fue suficiente ayuda para subir al catre sólo porque Karina era tan menuda como ella. Después le acercó el caldo que había dejado en la mesilla.
– Tienes que reponer fuerzas. Ya sé que ahora no tienes hambre, pero el futuro aún te espera –mientras le decía esto le limpiaba las lágrimas con su manga y le ofrecía una de sus melladas, pero cálidas sonrisas–.
Karina, en su dolor silencioso, le contestó con una mirada de agradecimiento. Pero ambas sabían que sus pensamientos estaban en otro sitio, en otra persona. Sus pensamientos eran una niña de dos kilos seiscientos gramos y que ahora mismo estarían recogiendo sus nuevos padres.
– ¿Cuándo podré marcharme? –Logró articular Karina–.
– No tengas prisas. Tu cuerpo tiene que recuperarse y tu alma reconciliarse. El médico te dirá cuando, pero, si quieres saber mi opinión, aún deberías quedarte unos pocos días más. Yo podría arreglarlo. Y después todo sería más fácil para ti.
Por supuesto, Karina no podía ser tan optimista. Antes de acudir al centro católico para jóvenes con problemas ya tenía sus dudas. Cuando comprobó que la docena de jóvenes que había sólo tenían un problema y era el mismo que ella, una especie de sexto sentido le dijo que aquel no era el camino correcto. Pero cuando entre poderosos pulsos de dolor, su cuerpo se vació y le llegó aquel llanto, fue como un martillazo en lo más profundo de su cerebro. Millones de voces se abrían paso entre sus neuronas para gritarle que aquel bebe era suyo y no debía dejarlo marchar. Y el vacío creció y se hizo insoportable cuando el llanto se alejó detrás de una puerta hasta perderse en el eco de algún pasillo. Entre tanto su cuerpo expulsaba la placenta en varios trozos. Cuando el médico comprobó que había salido entera, dio unos puntos al corte que el mismo realizó antes del parto para evitar desgarros y dejó a la comadrona para terminar de asear a la madre.
De repente Karina salió de una extraña nube de locos pensamientos y se vio en aquel catre, de aquella habitación, sola. Y entonces tomó conciencia de todo lo ocurrido unos minutos antes, unos días antes, unos meses antes... una vida antes. Vio la cara de Jam, su pecoso amigo de siempre, dándole el primer beso, el primer abrazo, las primeras caricias.
Jam fue una gota de felicidad en un mundo que se hundía. Una sonrisa cuando su propia madre, aún tan joven, empezaba a no reconocerla. Hasta que un día, al volver del instituto, mamá era sólo una mirada sólida entre los brazos de un padre de ojos líquidos. El cálido abrazo de Jam en el banco del parque era la compensación por la ternura perdida. Era muy duro alimentar a una madre muerta en vida y convivir con una cuidadora, tan profesional como fría, las horas en que su padre aun trabajaba. Tanto que necesitaba más y más compensaciones para su juventud agonizante. Así, con Jam, pasaron de la mano al beso, del beso al abrazo y de este a quedarse solos en un cuarto.
Pero ambos conocían los peligros de los juegos apasionados y Karina tampoco quería perder la virginidad tan joven. Sin embargo, los juegos eran calientes y sus cuerpos alcanzaban a tocarse libres y desnudos, pero sin llegar a la penetración.
Juventud, fuerza, vigor... incluso amor. Así los juegos se hicieron peligrosos y descuidados. Un día, él se fue en las puertas del cielo. Más allá del dosel placentero, pero aún sin romper el vitelo de inocencia. Y sucedió. Durante varias semanas Karina ocultó su sequía con un comportamiento esquivo muy sospechoso y capaz de alimentar las peores dudas. Al final habló con su padre. Este intuyó una tragedia aún peor de la que se cernía y llevó a Karina a un ginecólogo amigo suyo. El diagnóstico alivió al padre sin alegrarlo, pero a Karina se le derrumbó un poco más aquella ruina de techo que tenía su mundo. Techo que terminó de caer cuando Jam, dadas sus excusas de las últimas semanas, creyó que el evento era fruto de otra presencia masculina. Y Karina se vio, por primera vez, completamente sola.
Karina siempre había soñado con el momento en que perdería su virginidad. Las ideas de adolescencia. Los sueños románticos que nunca se cumplen. Pero lo que nunca hubiera imaginado es que sería desvirgada por un aparato de ultrasonidos, en su primera revisión. Al principio el médico se asustó bastante pensando que la sangre era de un daño causado en el interior de la paciente. Así que se rió alegremente al descubrir la razón de aquello... Y Karina perdió la virginidad en un chiste.
Pero había más. Entre el dejarlo estar, el llamar a Jam y el ir de aquí para allá, había perdido la oportunidad de abortar. Cuando quiso planteárselo ya superaba las dieciséis semanas y aún tenía dudas sin resolver.
Con la angustia de casa y un padre que no sabía apoyarle, con Jam escondido detrás de una falsa ofensa y con un niño en su vientre, tomó la primera opción que le pasó por la cabeza. Llenó una pequeña maleta y se presentó en el convento de María Auxiliadora.
– Nosotras no podemos solucionar tu problema –le dijo la madre superiora– pero conozco un lugar donde, tal vez, si puedan ayudarte. Siempre que quieras dar el niño en adopción.
Fue así como llegó al internado para jóvenes con problemas de las hermanitas de la caridad. Allí prestaban un aceptable servicio médico para que, jóvenes adolescentes, dejaran sus problemas en adopción a padres católicos que no podían tener hijos.
Cuando Karina revisaba en su mente todo esto, se daba cuenta de que no había llegado a tomar ninguna decisión por si misma. Todo había ocurrido de una forma tan inercial que no había podido pararse a pensar y decidir qué hacer tomando en cuenta todas las opciones. Incluso cuando tomo la decisión de huir de casa, lo hizo impelida por una oleada de emociones que era incapaz de superar. Pero, sobre todo, cuando pensaba que ya nunca más vería a ese trozo de ella misma que se habían llevado y que nunca recuperaría, deseaba morir. Ojala hubiese abortado cuando aún tenía tiempo y haberse evitado vivir aquellos instantes de desconsuelo.
El tiempo pasaba. Dormía, comía... pero no había vuelto a decir palabra. Incluso había mantenido su silencio cuando, aquella mañana, el doctor le comunicó que podría marcharse después de comer.
Entonces ocurrió lo más inesperado de todo. La madre superiora, Sor Cristina, conocida por las jovenes como sor gallarda, vino a verla. Le dijo muchas de sus tonterías sobre Dios y los hombres, que Karina ni se molestó en escuchar, pero sus oídos despertaron cuando Sor Cristina dijo algo muy diferente:
– ¿Querrías recuperar a tu bebe?
Sí, Karina recuperó a su bebe y su felicidad fue inmensa. Cuando Amelia (así le llamó porque era el nombre de su madre) estuvo en sus brazos, se sintió de nuevo completa. En los casi dos días desde su nacimiento había perdido mucho peso, así que le aconsejaron que intentara darle el pecho e increíblemente se enganchó a la primera. Al parecer los supuestos padres adoptivos la habían repudiado por una enorme mancha de nacimiento que le cubría media cara.
Sor Cristina, que era una perturbada mental, le había dicho que si no se la quedaba tendría que ir a un orfanato, porque era tan fea que nadie la adoptaría. A Karina no le importaba, se marcharía de allí con su hija. También le dijo, cuando finalmente le comunicó que sí se quedaba con el bebe, que no tuviese miedo de que acabara mal por la desestructuración de su familia, que, por lo menos Amelia no sería puta. Quién querría una puta así.
Por un momento pensó en la madre de sor Cristina y lo arrepentida que debía estar por no haberla abortado a tiempo, pero tampoco importaba porque ya se alejaba de aquel oscuro lugar con su niña entre los brazos.
No sabía como sería su regreso al hogar familiar y se sorprendió cuando su padre, con lágrimas en los ojos, la abrazó.
– ¿Donde estabas mi niña?
Incluso Amelia era el bebe más bello del mundo a sus ojos. Los ojos de su madre miraron a la niña y parecieron, por unos instantes, querer volver a la vida y su boca esbozó una tenue sonrisa sin fondo.
Las sorpresas no habían terminado porque unos minutos después llegó Jam. Lo había llamado su padre. Al parecer cuando el aparato del ginecólogo rompió el himen de Karina, este habló con el padre y, a la huida de ella, este lo hizo con Jam que comprendió su enorme error. Todos estaban decididos a hacer un esfuerzo para ver crecer a aquel pequeño trozo de esperanza.
Y unas semanas después, sucedió algo maravilloso, la marca de nacimiento desapareció de la cara de Amelia.


martes, 28 de septiembre de 2010

¿Dónde está el punto de inflexión? Yo secundo la huelga.

Desde hace bastantes años vengo poniendo en duda todas las acciones de los sindicatos y su capacidad para representar a los trabajadores. Esa era la razón principal que me hacía dudar sobre el apoyo a esta jornada de huelga. Otra de las razones era el beneficio que podía obtener de ella el partido fascista y en general todos los neoliberales (responsables reales de esta crisis). Sin embargo, me he dado cuenta de que, esta mal llamada reforma laboral (sería más correcto llamarle desastre nacional), va a acabar con el poco empleo “justo” que queda.

Siempre he insistido en afirmar que el paro es un mal endémico de nuestro país, sin embargo, las medidas de protección de empleo salvaban algunos de puestos laborales decentes de crisis en crisis. Cosa que en último término servía de ejemplo para recuperar parte de ese tipo de puestos en los momentos de bonanza (cuando las empresas se benefician sin pensar en las personas de quien se han aprovechado).

Nuestro país, es cierto, necesita abaratar el empleo, pero el bloque neoliberal (PP, CiU, PNV y alguno más) prefiere forzar el abaratamiento del despido. Si el empleo es caro y el desempleo barato… ¿cuál es la conclusión?

Por si no fuese bastante se penalizan las bajas por enfermedad convirtiéndolas en razón de despido y, al tiempo, se sube la edad de jubilación a los 67… ¿quién va a poder llegar empleado a esa edad?

No es un reforma laboral, es un pacto para que empresarios como el inmoral presidente de la Patronal española, puedan deshacerse impunemente de las personas que han generado su riqueza. Es una ley para quitar las últimas responsabilidades a los causantes de la crisis.

No hace falta ser muy listo, pues, para darse cuenta de que esta “reforma”, lejos de mejorar el problema del paro, lo va a agravar. Pero es que además también va a bajar la productividad real del país pues, en primer lugar cunde el desanimo entre los trabajadores y, además, para reducir costos, los trabajadores que ejercerán a partir de ahora no van a ser los más cualificados.

Hasta hace unos meses España, a pesar de la enorme cantidad de bajas laborales que según la patronal sufría, era el país con mayor productividad por dinero invertido en trabajadores. Cierto que era de los últimos por hora trabajada, pero es que nuestros salarios son de miseria comparados con los precios que nos rodean. También es cierto que los españoles son los empleados menos dispuestos a desplazarse para ocupar un empleo, sin embargo ya demostramos que eso, lejos de ser en realidad un problema, era una riqueza económica que evitaba una situación mucho más desastrosa.

Está claro que no se pueden tomar medidas sin tener en cuenta las características del país, pero mucho menos perjudicando a los más necesitados, quitándoles sus últimas esperanzas y apoyando a aquellos, que en último término, son los responsables de nuestros actuales problemas.

Por todo esto y mucho más, yo secundo esta jornada de huelga.

viernes, 16 de julio de 2010

El sentimiento de un pueblo.

Villarriba y Villabajo se han unido en un solo pueblo, Villaenmedio, para poder usar el mismo detergente mágico (en inglés, claro). Parece que todo es muy idílico porque han encontrado una paellera lo bastante grande para todos. Pero, mira tú por dónde, que a una de las zonas más importantes de Villarriba, la que más dinero aporta a las fiestas, nunca le gusto la paella. Ellos siempre comían pizza, pero ahora, con unas paellas tan descomunales, no les queda sitio para sus tradicionales pizzas. Ellos habían pedido que, aunque se aumentara la paellera, se les dejara un huequecito para su pizza. Sin embargo, “el tribunal de tradiciones para la unión de las villas” (órgano supremo de la nueva población), ha determinado que comer pizza en las fiestas de Villaenmedio atenta contra la unidad de la nueva “Villa”. Además, los pizzeros no usan el detergente estipulado y eso es inconstitucional.

Parece ser que al presidente de los pizzeros, como a muchos otros, el arroz le provoca arcadas, por esa razón, un grupo de “constitucionalistas” de Villabajo ha realizado un video con un discurso de Adolf Hitler poniéndole la cara del pizzero mayor y la reparten por toda Villaenmedio como jocoso argumento del extremismo de “ese grupo anticonstitucional”.

Finalmente, como era de esperar, se radicalizan las posiciones y muchos ciudadanos de Villarriba piden la escisión de Villapizza de Villaenmedio.

Va a ser muy difícil conseguir la independencia, pero siempre puede ocurrir que aparezca una nueva marca de detergentes capaz de dejar como una patena los utensilios de elaborar pizzas… ¿Qué será entonces de la paella?

Ayer Villabajo y Villarriba eran pobres pero felices. Mañana Villaenmedio y Villapizza puede que también lo sean. Pero está claro que hoy no hay felicidad en Villaenmedio porque los que cortan o reparten el bacalao (o la paella en este caso) son intolerantes e inflexibles con las diferencias.

“Imagen sacada de http://descargasargentina.com para que nadie se ofenda”.

domingo, 25 de abril de 2010

Presentación

Si James Bond se podía permitir chulear con su nombre ¿por qué yo no? Así que soy Lisérgico, Ácido Lisérgico. Y, como Bond, también puedo ser 007; cero en idiomas, cero en higiene, pero un siete en mala leche. El siete lo llevo en la camisa, justo bajo el brazo, en el sobaco. Al parecer me pegué un lindo enganchón en el ascensor con el paraguas de la señora María. Y por el enganchón, ahora, se me escapa la mala leche… Bueno el olor a sobaquina también, pero, como decía Michael Ende, esa es otra historia.

En fin, como diría aquel dictador terrorista que todos tenemos en la memoria (histórica): “Este pantano (blog) queda inaugurado”.

Si a alguien le gustan las tonterías sin mucha profundización este puede ser su punto de encuentro… No, no, los visitantes de los programas del corazón, el tomate, sálvames, norias y demás, hasta que no se les pase el mareo que se abstengan que, aunque aquí no se profundizará mucho, con el encefalograma plano no van a pillar ni uno…

–Van dos por una calle…

–¿Qué son dos? ¿Qué es una calle?

¡Que así no hay manera!

–Dos es un número que permite pelearse, por ejemplo la Belén Esteban y la Campanario.

–¡Aaah!

–Y calle es el lugar por donde se persigue a los famosos y…

–¿Pero eso no se hace en Barajas?

¡Dios, qué cruz!

Que no. Háganse la prueba del encefalograma plano antes de seguir estas líneas.

Dicho este preámbulo y entrando en harina voy a dar 4 notas sobre mí:

1.

2.

3.

4.

Si su encefalograma no es plano, creo que habrá sido plenamente aclarativa esta biografía, si no es así siempre puede ayudar un enema Casen de 250ml. El enema no les dirá mucho sobre mí, pero se van a cagar.

¿Por qué ácido lisérgico?

A esta pregunta si voy a contestar, pero hoy no… (se omite la segunda parte por si tiene los derechos el José Mota)

En fin… ¡Hasta mañana!